09/09/2009 | Wall Street quiere 'empaquetar' pólizas de vida como ya hizo con las 'subprime' |
Ahora pretenden titulizar, o convertir en bonos para vender a inversores, los "acuerdos de vida" basados en seguros de vida para gente con enfermedades o de cierta edad. Imaginemos una persona con un seguro de vida de 500.000 euros pero que quiere conseguir liquidez ahora. Según su esperanza de vida dada su edad, o su enfermedad, podría vender esa póliza a un inversor con un descuento (digamos por 100.000 euros). Cuando la persona fallece es el inversor el que cobrará la póliza. Pero si la persona tarda mucho en morir el inversor perdería mucho dinero. Wall Street quiere coger montones de esas pólizas y empaquetarlas en bonos, como ya hizo con las subprime. | |
24/10/2008 | El cálculo de la pensión se alargará a 20 años |
La iniciativa resulta polémica, puesto que su aplicación afectará al importe total de la prestación de jubilación. | |
23/10/2008 | El sistema público de pensiones tendrá superávit hasta el 2023 |
El secretario de Estado para la Seguridad Social, Octavio Granado, quitó importancia al hecho de que la Seguridad Social pueda entrar en desequilibrio a partir del primer tercio del siglo porque durante 80 años de los más de 100 que tiene de vida el Seguro, sus presupuestos han soportado déficit y las pensiones siempre han estado garantizadas. |
jose g. mendez
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Recortes de Prensa
Regreso al pasado
José García Montalvo - Catedrático de Economía, Universitat Pompeu Fabra
Wall Street quiere 'empaquetar' pólizas de vida como ya hizo con las 'subprime'
Mientras los gobiernos siguen haciendo declaraciones de principios sobre regulación financiera y cómo limitar los sueldos de los ejecutivos bancarios, Wall Street no ha tardado en encontrar su nueva gallina de los huevos de oro. Durante la burbuja inmobiliaria las grandes entidades financieras de Estados Unidos obtuvieron enormes beneficios titulizando hipotecas de baja calidad. Ahora pretenden titulizar, o convertir en bonos para vender a inversores, los "acuerdos de vida" basados en seguros de vida para gente con enfermedades o de cierta edad. Imaginemos una persona con un seguro de vida de 500.000 euros pero que quiere conseguir liquidez ahora. Según su esperanza de vida dada su edad, o su enfermedad, podría vender esa póliza a un inversor con un descuento (digamos por 100.000 euros). Cuando la persona fallece es el inversor el que cobrará la póliza. Pero si la persona tarda mucho en morir el inversor perdería mucho dinero. Wall Street quiere coger montones de esas pólizas y empaquetarlas en bonos, como ya hizo con las subprime.
La idea es ingeniosa: si diversificas bien tu cartera de enfermos y gente de edad es muy probable que se pueda reducir el riesgo de la "póliza" conjunta. Además, según parecen pensar y a diferencia de los problemas con las hipotecas subprime que tienden a dejar de pagarse con mayor probabilidad en las recesiones, la gente no tiende a vivir más cuando hay crisis. Eso permitiría reducir el riesgo. Por último, se piensa que el valor de los seguros de vida es más predecible que las tasas de morosidad hipotecarias o los precios de la vivienda.
Pero las cosas no son tan fáciles. Si, por ejemplo, una reforma sanitaria aumentara significativamente la esperanza de vida media, entonces los inversores sufrirían enormes pérdidas. Lo mismo si se encontrara una cura general para el cáncer. Mientras Wall Street va a la velocidad de la luz en busca de nuevas recetas alquimistas los gobiernos siguen pensando como regularlo todo. Cuanto más quieran regular más tardarán en actuar. Pero los conflictos de intereses siempre generan incentivos perversos. Supongamos que los bonos empezaran a perder valor. ¿Qué impediría aumentar su valor contratando a la mafia para provocar algunos "accidentes" en los titulares? ¿Exageración? ¿Ciencia ficción? Seguramente, pero recuerdo un tal Wallance Souza, presentador de la televisión brasileña, que fue noticia este verano por mandar asesinar gente para ser el primero en filmar las escenas. ¿Queremos arriesgarnos con la falta de escrúpulos que ha mostrado Wall Street en el pasado?
miércoles, 5 de marzo de 2008
domingo, 2 de marzo de 2008
sábado, 1 de marzo de 2008
" Normas "
De: Carne de Psiquiatra. Asunto: Sermón para BlueÚltimamente has estado leyendo bastante sobre religión, en contra de tu voluntad, pues entre doctrina y doctrina había un tramo de acción en esa novela que te interesaba y devoraste como solías hacer de joven, aunque un párrafo concreto te dejase kaputt, pero seguiste leyendo. Te sugiero pues que te tomes esta carta como un sermón, entre tú y yo. Así igual no me haces puñetero caso, pero dicho estará y no te deseo mal alguno. O sí me haces caso, porque hablamos el mismo lenguaje y los hechos están ahí para que si tú no los interpretas, tu amiga Carne de Psiquiatra intente ayudarte al igual que el resto. A su manera, ya sabes que es poco diplomática, por no decir que bastante bruta, pero sabes que es buena gente. El otro día creí escuchar en un documental sobre el Tíbet que los monjes budistas tienen 200 normas, y cuando ascienden a un nivel superior, les caen otras 300. Así es como lo recuerdo, y si no es verdad, me da igual que me lo esté inventando: quédate con la idea. Tienes información suficiente sobre el Trastorno Bipolar para saber que no te puedes tomar las cosas a la ligera, pues hay normas y reglas de juego. Qué te he de decir que no sepas y hayas relatado aquí. Has pasado por un calvario y ahora estás en libertad condicional, pues ahí siguen monstruos acechando y recuerdos amargos, ya sean diarios o pesadillas. No hay libertad absoluta en este negocio que empezó con tu diagnóstico. Te escribo porque "más que algo" me dice que estás incumpliendo algunas normas. Te sientes libre porque estás bien. Debo recordarte que no eres libre, que te sujetan a la cordura y la serenidad algunas reglas. La número uno nunca la discutiste: tomarse las pastillas. Si era lo necesario, lo era, tú querías salir de este sufrimiento psíquico que estaba acabando con tu vida y con tu cuerpo. Pero has sufrido entonces además a todas las pastillas, en especial a la píldora S. a la que nunca perdonarás, pero sabes que ha contribuido a tu bienestar actual, aunque tú sólo hayas notado, día a día, sus efectos secundarios, y un serio revés cuando la hipotensión te dejó tirada en la calle con el resultado de una lesión de columna vitalicia. Otras pastillas también te producen efectos secundarios, pero ya tienes experiencia quizá más que suficiente en tu historial sobre el tema, "vamos a probar este medicamento" porque no existe la píldora para el Trastorno Bipolar sino tantísimas veces, un cóctel. La última experiencia, hace casi dos meses... menudos globos con la nueva pastillica, colega. A partir de ahí, ya sabemos lo que hay. Los hábitos, la rutina, la psicoeducació El sueño es la segunda norma para ti. Siempre fuiste ave nocturna, como tantos otros bipolares. La noche era la aliada de tu mente pero ahora te han dicho que debes vivir durante el día y recibir sol. A medianoche, en vez de salir del ataúd, te han dicho que debes meterte en él, después de tragarte las pastillas. Y dormir ocho horas, cosa que puedes hacer sin esfuerzo porque además de estar sedada por las pastillas, siempre lo necesitaste con excepción de aquél episodio raro que llamaron manía en mayo de 2003. Y últimamente estás haciendo demasiadas excepciones a ese toque de queda. Ya, ya sé que en este país las películas son programadas para acostarse a la una de la mañana (envidia de esa hora en Canarias), al contrario que otros países, más conscientes del horario laboral y de eso que llaman los ritmos circadianos. Si ves una película, y acaba cerca de la una, sabes que necesitarás media hora para que tus neuronas se relajen, y acabarás en el ataúd a eso de las dos. No, guapa, ya sé que no lo haces cada día y que reivindicas tu derecho a ver una película de vez en cuando, y más si es de las buenas, que escasean. Pero ten presente que al día siguiente, no te levantarás del todo bien, porque si duermes ocho horas, habrán sido a deshoras y tu cuerpo lo va a notar. O dormirás menos, directamente, y tus neuronas no están acostumbradas. Te levantarás con el pie izquierdo y perderás el día. Llegaste a escribir que pararías actividad intelectual de 22 a 23 h., para preparar el sueño. Pero claro, ¡es cuando estás más despierta! ¡Cómo cuesta renunciar a eso! Pues mira, acuérdate de esos monjes que tienen 200 normas. No es ninguna norma que la vida hay que vivirla y no pensarla. Aunque nos encallemos. Pero hija, pensar dos días en darle al botón de la lavadora y luego que pasen dos horas hasta que la tiendas, tiene narices. Tienes un mandato del psiquiatra, tienes que tomar decisiones en aspectos que constituyen tu rehabilitació Por la mañana. Mientras miras a la ducha de reojo y piensas que deberías ducharte, lo que deberías hacer mientras lo piensas es desnudarte y abrir el grifo al mismo tiempo. Entonces, será más fácil que te metas. Has fracasado en la estrategia de la ducha nocturna pues nunca fue tu hábito. Diseña estrategias para triunfar en la ducha diurna. Allánate la vida, es más simple de lo que parece. Cuando te has duchado te dices: porqué no lo habré hecho antes. A mediodía. Todo el mundo está comiendo, es tu hora para ir al supermercado. Es una especie de vampirismo también. Esta te la dejo pasar, porque sé que odias las superficies llenas y las colas, con la condición de que si no has comido antes, lo hagas inmediatamente después de esa compra. Búscate la vida, colega, mientras cuidas el colesterol. Por la mañana y por la tarde. Mientras te asomas y ves a la gente paseando, y te dices que deberías estar ahí. Mientras piensas y observas, lo que debes hacer es empezar a vestirte. ¿Que no te has duchado? Mala suerte, pasó el momento, game over hasta mañana. Sal a la puta calle y da la vuelta a la manzana, no tienes que llegar hasta el Círculo de Bellas Artes de la calle Alcalá, así que no te preocupes demasiado por lo que te vas a poner. Además, ya tenías previsto el obstáculo de las fobias, por eso te compraste tres vestidos, la opción fácil y menos engorrosa, la opción que oculta tus kilitos de más que tanto te molesta enseñar. No pasa nada, verás gente más gorda que tú en la calle, y lo llevan con dignidad, ¿por qué tú no? Venga, sal. Por la noche. No sabes cómo me alegra que últimamente hayas recuperado tu capacidad para leer, pues has devorado en tu vida lo que si contases ahora, serían muchos metros alineados. No cuentes el pasado, es un consejo. Ni al pasado que conoces, tener que acabar ese libro que te ha enganchado, no poder dejarlo para mañana, y acostarse al alba. Sabes que ahora no puedes hacerlo, pero como puedes seguir leyendo sin un reloj cerca, y más si usas la opción de pantalla completa con un e-book, las horas pasan. Y prefieres olvidar que ha pasado la medianoche. Te digo lo mismo que con lo de la tele. Y te recuerdo que debes tomar las pastillas a medianoche como muy tarde, sin excusas. Entonces sí que no podrás leer, escribir o estudiar. Menos mal que no te has apuntado a la universidad, como llegaste a especular. Tenía sus ventajas, sí, tienes gratos recuerdos de esa época y de la gente que conociste. Pero podrías volver de nuevo a los hábitos del pasado. Recuerdo que esperabas precisamente a la noche para estudiar o realizar tus trabajos, porque en tu habitación no había ruidos de ningún tipo y siempre necesitaste el silencio. En época de exámenes, eras toda una vampira, y te presentabas en el aula sin haber dormido. Blue llegaba a casa vencedora y exhausta, dormía entonces, y se preparaba para el siguiente examen. Hiciste bien y te diría que ni se te ocurra estudiar, no ahora, eres consciente que con los efectos secundarios tu cabeza sólo soportaría esa carga de alta concentración por la noche, cuando está completamente despejada. No te puedes permitir ese lujo, no hiperactividad mental a esas horas. Repito: pastillas a su hora, y descanso mental. Además, no necesitas estudiar más en formación reglada para la obtención de un título homologado, siendo franca. FIN DE LA PRIMERA PARTE | |||
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Fw: [bipolaresasturias] Carne de Psiquiatra (Muy bueno)
Texto de Blue, "Carne de Psiquiatra". Abajo su blog, por si queréis verlo, es muy bueno: Sobre una persona (ella misma) con Trastorno Bipolar Me jode esta forma de vida. Aceptado está que tengo trastorno bipolar y que son las patatas que me voy a comer hasta que muera. Pero hay cosas que todavía se me escapan, esas pequeñas cosas diarias llamadas Hábitos (en mayúscula): ducharse, comer, aseo, mantenimiento del hogar, mover el culo de la silla. A veces todo es normal y automático, parece que soy una persona normal y hago mi vida en la calle como si nada. Pero tantas veces me doy cuenta que si como es porque alguien de mis cercanos me pregunta si lo he hecho y confieso que no, para qué mentir si lo que quiero es mejorar. De que más de una noche, me mandan a la cama aunque sé perfectamente que debo estar durmiendo a medianoche para encontrarme bien al día siguiente. Lo sé y no lo hago. Estoy cansada de tener la sensación de que dejo la vida pasar, esta mañana porque tengo efectos secundarios fuertes, esta tarde porque me da la flojera, de bajar a la calle por fuerza mayor cuando a la despensa le falta café o tabaco. De sentirme enferma, como si estuviese de baja médica, y por tanto, inactiva y sedentaria. En ese punto, cuando tengo un momento de energía, aprovechar para llenar el carro de la compra como si tuviese que aprovisionarme para ¿un mes de depresión? De tener el tiempo todavía fijado en el horario laboral. En un trabajo que no existe donde estoy de baja médica hace años. Porque es el fin de semana cuando me permito ocio, cuando mis amigos que trabajan pueden salir. Porque el domingo por la tarde sigo teniendo la melancolía del "mañana al trabajo" y el sábado por la mañana todavía hago limpieza y compra, como si no pudiese hacerlo entre semana. Muchas cosas cambian cuando estoy acompañada. En su día el psiquiatra me dijo que las comidas no las hiciese sola. Cuando como con alguien, al principio me cuesta, pero soy capaz de comer bien y no ese plato único que a veces como de pie o delante del ordenador. Mucha gente vive sola pero conserva la rutina de poner un mantel en la mesa. Yo no, desde hace mucho tiempo: uso la mesa como escritorio y como en un rincón, o en la mesita del sofá, y a veces me canso al segundo bocado y dejo la fuente casi llena. Cuando estuve muy enferma, a veces ni siquiera podía comer el plato que mi madre cocinaba, expresamente a mi gusto. Luego, por la noche, al tomar las pastillas me entraba un hambre espantosa y entonces era cuando iba a la nevera a comerme mis propias sobras del mediodía al microondas. Por desgracia, esto sigue sucediendo aunque cene bien, pues creí que cenando fuerte luego no tendría tanta hambre. La medicación me deja como borracha a medianoche y debo comer lo que sea, hasta el punto de que he llegado a quedarme dormida con una galleta en la boca. Esto engorda mucho, y por supuesto, mi figura ha aumentado tallas desde que me dedico a esto de ser bipolar, tanto por medicación como por falta de ejercicio y esta mala alimentación. Cuesta mucho cuidarse. Pero no quiero que me cuiden, no por rebeldía sino porque he de pensar que sólo me tengo a mí, aunque tenga familia, porque no quiero ser una carga para nadie y además, tengo ojos manos y pies para hacer yo lo necesario. A veces, o siempre, me falta voluntad para todo. Cuántas veces me he colgado un cartel en la mesita de noche: "levántate, dúchate, vístete" pero no lo consigo. Para qué, si no tengo obligación de ir al trabajo, y me he tenido que inventar trabajos para que las horas no pasen muertas ante la ventana. Me he apuntado a un gimnasio para tener una obligación pero todavía no puedo ser constante en el ejercicio y cuando tengo una semana buena voy pero luego un insomnio me deja tirada y venga a empezar de nuevo. Dicen que soy autoindulgente, y seguro que es verdad. Pero no encuentro motivación y mi autoestima es muy baja. No me quiero, así que debería considerar que cuando tengo la autoestima bien estoy "subida", porque así lo parece. Como siempre tengo el semblante triste, cuando se me ve contenta por alguna cosa buena de la vida y digo "sí" a algún plan que me proponen, la gente se pone en guardia. Los demás siempre están ojo avizor, interpretando cada uno de tus actos como síntomas. A veces no quiero salir porque me da rabia que me llamen porque saben que necesito animarme, porque animarse no es una obligación. Sé cocinar y dicen que bien, pero me cuesta para una sola persona. Sigo comprando comida como si alguien fuese a acompañarme a la mesa. He llegado a cocinar para invitar a mis amigos, muy pocas veces, pero recuerdo una en la que, preocupada por no comer, cociné y conseguí comerme ese plato a base de invitaciones. Me he de inventar trucos para comer, y a veces aunque tenga la despensa llena me siento con la necesidad de ir a comprar algo que vaya a comerme, con los ojos, he de comer he de comer he de comer algo y voy a la desesperada porque sé que lo necesito pero al abrir la nevera, esa sensación de estar hambrienta y de que nada te guste, me pone fatal. El sueño, la comida, el tener actividades diarias. Cada día fallo en alguna cosa importante y la sensación de frustración es continua. Saco fuerzas para no hundirme pensando en que al menos he hecho una cosa de las que tenía apuntadas, gestiones cotidianas, cosas pendientes, responsabilidades civiles. Creo que los bipolares que tienen familia tienen mucha suerte. Obligaciones cotidianas que al ser rutina, lo son para él sin esfuerzo o con el esfuerzo que todas las personas hacen, excepto en momentos bajos. Los que vivimos solos, sin familia, sin trabajo, nos tenemos que obligar a todo, sin motivo "llevo a mi hijo al colegio" para salir de casa, sin motivo "se cena con el telediario y por tanto, a las ocho empiezo a cocinar". La familia es fuente de problemas, pero el solucionarlos, aunque las emociones y la sensibilidad se pongan a prueba, es un ejercicio bueno para el cerebro. "Problemas con la pareja", "problemas con los hijos", "problemas con los suegros": eso es tener vida, vida cotidiana, aunque se sufra mucho a veces, pero es vida. No tienes nada pero muchos darían algo por tenerlo. No tienes nada porque sólo tienes una casa con facilidades para descansar, aseo, y cocina. No has de rendir cuentas a nadie y por tanto acabas fácilmente en la inercia de no rendírtelas a ti mismo. Pero sabes que lo hiciste en un pasado, porque tienes conciencia de que las cosas fueron diferentes en otros períodos de tu vida, y te mortifica el por qué no lo hago ahora. Cuando por circunstancias convives con otros, te redescubres haciéndolo todo automáticamente, normal, pero vuelves a tu soledad y con ella, al abandono. No tienes motivación alguna, por y para ti no haces nada. En suma, creo que no es bueno que el bipolar viva solo, porque además tiene la necesidad de exteriorizar sus emociones a diario. De eso no he hablado, y es muy importante. Por esa razón no defiendo la opción de vivir con un animal doméstico. No puede responderme cuando necesito hablar. He convivido con personas, y siempre he solucionado esta necesidad de forma intelectual. Sé que un perro puede ofrecer comprensión porque empatiza con su amo, pero necesito algo más. Los cambios, cualquier cambio en la vida te lo tira todo abajo. Vuelta al principio. Has suspendido la asignatura. Me jode esta forma de vida, pero no puedo ponerle parches invitando a gente a comer a casa para comer yo, invitando a gente a visitarme para ponerme pilas, acariciando a un perro en vez de a una persona que sí tiene todo el derecho a recibir mi cariño y mis emociones, placenteras si son positivas, y fuente de conflicto cuando fluctúan hacia la irritabilidad o la melancolía. Sé que es difícil convivir con un bipolar, porque uno ha de tirar del otro en tantas ocasiones y eso hastía. Por eso vivimos solos. Y por eso me jode. Y me jodía antes del diagnóstico, también, no hace falta ser bipolar para tener estos problemas y si no, pregunta por alguien que esté soltero o separado, y cobrando el subsidio del paro, porque igual también le jode esa forma de vida.
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